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LA ÉTICA «SOFT» DEL CONSENSO

El PJ, el FREPASO y la UCR en un spot del Gran DT, año 1997, cuando no había grieta:

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LA BESTIA POP

«Pasen, calígrafos, pasen todos, vamos. Pasen por favor, filmen. Nuestras cámaras, por favor, gracias» (Guillermo Moreno)

Guillermo Moreno

Por L.V.

En una nota del último Le Monde Diplomatique, José Natanson sostiene que «el kirchnerismo carece prácticamente de humor». Yo siempre pensé, en cambio, que admite una pata humorística, incluso cínica, sin renunciar a sus postulados básicos. Que admite una estética, por ejemplo, que no se ajusta solamente al realismo socialista. O, en un nivel político, que al tiempo de no renunciar a la redistribución del ingreso se permite pensar la despenalización de las drogas o el casamiento entre personas del mismo sexo. Que puede haber, por usar una imagen, la idea de un kirchnerismo armado, setentista (por lo cual, léase «solemne»), pero también la de un kirchnerismo electrónico, en apariencia más liviano y que, incluso, hasta pueden convivir una y otra sin contradecirse o, aún más, retroalimentándose. Un pensamiento bastante en abstracto, sin mayores fundamentos, pero que repone, a mi juicio, lo que en términos de Raymond Williams sería una «estructura del sentimiento» que configuraría el presente.

G.E. me dijo que la primera vez que fui a su casa Guillermo Moreno estaba entrando, un poco por la fuerza, a la asamblea de accionistas del Grupo Clarín. Me mostró el video. Moreno entra en representación del Estado, dueño del 9% del paquete accionario, junto a su esposa, orquestando las bases de lo que pretende ser «la primera asamblea pública» del Grupo. Ese ingreso aparatoso, pienso, es una operación política en toda su acepción, pero también un sketch y una intervención estética que se sostiene, digo temerariamente, desde el humor. Hay un límite delgado que se traspasa atrás de la impronta de esa entrada, del discurso avasallador -que se vuelve después germen del discurso antiK de las marchas del 8N o 18A- un traspasar ese límite, un ir más allá del mero atropello que se funda, creo, en un cinismo muy diferente al de la década de los 90 o al de los gobiernos de Facto (uno que supera la caracterización de Natanson que lo vincula solamente con una «hipocresía inescrupulosa»). Hay humor, quiero decir, incluso en una operación en principio violenta, como la de entrar a la trinchera enemiga con una batería de fierros mediáticos, e incluso cinismo. Que existe, entonces, un humor y un cinismo kirchneristas.  Algo que puede leerse en pequeños gestos, algunos solapados y otros explícitos que se recortan sobre la tensión dramática de la escena. Una sonrisa a cámara en el segundo 55 del primer video, a la cual inmediatamente la procede la siguiente línea de diálogo: «¿Este es el espía de Papel Prensa?». O en los propios ademanes de director de cámara de Moreno: «A ese filmamelo bien y haceme un primer plano bien. A cada uno, pero a éste especialmente». Cierto espesor atrás de esa primera persona es un chiste que asusta a sectores neoliberales: el Estado en primera persona que en Moreno significa el cuchillo entre los dientes. Algo que asusta ya más que en términos ideológicos a sectores neoliberales, en un sentido político, ahora, a sectores económicos concentrados. La cuestión aquella de los grados -pienso en los sectores económicos- de ser más o menos (justamente una cuestión de grado), un hijo de puta, que dice que si hiciste mucha guita (mucha) fue a costa del empobrecimiento general. La sonrisa que casi deviene en carcajada en el minuto 02.03 del primer video, cuando Moreno declara la publicidad -el carácter público- de la asamblea, oscureciéndose, como si fuera un personaje masculino de Gasalla, uno de esos que son para nada afeminados. En el minuto 02.40 del segundo video la sorpresa ante el dato de que el señor Rendo va a cobrar 1.400.000 pesos, señor «que está ahí sin corbata» (corte a Rendo que se toca el nudo de corbata que no tiene). El «levante la mano el que cobre 120.000 pesos por mes» que despierta la sonrisa, incluso, de una empleada morocha del Grupo, a la derecha de Moreno. El «te dejo el iEco y vos después lo leés en silencio el sábado a la noche» del minuto 04.15 del segundo video. La duplicación del enunciado «nuestro Grupo» en el minuto 04.57. Todos estos son actos de cinismo, de humor, y de política en sentido estricto.

LA IRRUPCIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS CÁMARAS DE CLARÍN

EL PUNTO DE VISTA DE LAS CÁMARAS DE MORENO

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SARLO EN 678

Anoche Beatriz Sarlo (quien acaba de publicar “La audacia y el cálculo: Kirchner 2003-2010”) fue a 678. Algo que, desde muchos sectores, se estaba esperando. Desembarcó en un estudio frío y sin dudas hostil para sus históricas posiciones ideológicas (legítimas y sinceras), pero también y sobre todo hostil en relación con su posicionamiento segundo, laboral, en tanto colaboradora de La Nación y Clarín, y ahí estaba, me parece, la tensión mayor que no se redujo un segundo. Del otro lado, como para balancear la, sin dudas, capacidad intelectual de Sarlo, 678 decidió poner a dos académicos mediáticos en parte funcionarios nacionales y populares como Ricardo Forster y Gabriel Mariotto. El programa terminó siendo lo que prometía, gracias a un plantarse defensivo de Sarlo desde el comienzo. Después del primer informe, sobre la manipulación de los medios españoles ante las movilizaciones populares frente a la crisis económica (los cuales leen el conflicto en clave de “comunismo vs. capitalismo”), Sarlo se pronunció en relación con lo que para ella es una tendencia manipuladora y tergiversadora de los informes de 678. Toma de posición de entrada, y a otra cosa. A partir de ahí algunos cruces realmente picantes, sobre todo con Mariotto (quien, a diferencia de Forster, intervino a la defensiva de la defensiva de Sarlo, con una dosis de violencia discursiva a la altura de la de la propia ensayista). Otro cruce picante, más adelante, fue con Barone, cuando este quiso criticar la participación de Sarlo en el Grupo Clarín, y esta le paró el carro diciendo que no quería hablar de la participación de Barone en Extra. Sandra Russo, bastante enojada, en un momento dijo que se sentía pintada, y Cabito, en el último bloque, sí, pudo hacer un chiste. Sarlo, más allá del balance final, y de los veredictos que se tiren en Twitter (“ganó Sarlo”, “ganó Mariotto”, etc.) estuvo sola frente a una mesa de ocho personas, y en esa soledad ganó mucho. Capaz 678 debería haberle puesto a alguien que también hiciera fuerzas en contra del posicionamiento del programa, para restarle en algún punto épica y seguramente causticidad en el tono de sus comentarios. De todas formas, terminó siendo un gran programa, uno de esos para ver en el piso, en la tribuna, porque cada detalle en los cortes (en un clima de tensa clama) debe haber significado mucho. A continuación, en LIYO reproducimos el programa entero, por si te lo perdiste:

SARLO EN 678 (PRIMERA PARTE)

SARLO EN 678 (SEGUNDA PARTE)

SARLO EN 678 (TERCERA PARTE)

SARLO EN 678 (ÚLTIMA PARTE)

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EL PUNTERO: FICCIÓN EN UN AÑO ELECTORAL

Por H.A.

En Canal 13, corazón mismo del Grupo Clarín, se estrenó El Puntero y cuesta creer que algo así no tenga dobles intenciones. Miles y miles de palabras se escribieron, dijeron o filmaron en el Grupo sobre el clientelismo kirchnerista, sobre los votos comprados con planes sociales o sólo promesas como para que, en un año eleccionario, este tema pase desapercibido.

Al respecto todo el elenco evitó entrar en polémicas respecto al contexto social, y, hasta Adrian Suar, productor de la serie, intentó disimular una intencionalidad afirmando que el proyecto tiene 5 años o que sabe que es un tema espinoso, pero éste es un puntero de ficción. No estamos hablando de «los punteros», recurriendo a un argumento como mínimo insultante o estúpido. Como si con poner la placa de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia alcanzara para separar completamente la representación de lo representado.

También se evitó conscientemente mostrar anclajes reales con partidos políticos. Más allá de las referencias a casi todos los partidos políticos de la presentación (hay hasta del PO o el MST pero nada ni del PRO ni de Proyecto Sur, por caso) sólo aparecen dos posibles elementos: la remera del Eternauta, en algunos sectores fuertemente vinculada a Néstor Kirchner y otra remera del Che, que podría remitir a casi cualquier cosa. El resto, banderas argentinas y de colores sin nombres ni escudos.

De todas formas, aun creyendo, bondadosamente, que los responsables de El Puntero o, inocentemente, que las autoridades del canal no tienen intenciones eleccionarias, la serie va cumplir un rol clave en la formación de opinión que el Grupo Clarín quiera generar: ser el eje de las discusiones en todos los demás medios del monopolio.

Sería como un Efecto Gran Hermano. Además del programa en sí, GH llenaba la programación de varios canales, radios, páginas de internet, revistas, diarios y un largo etcétera. Esto permitía que sobre el asunto se vertieran cientos de opiniones sin que la producción se hiciera cargo. Recuerdo en particular a Peluffo aclarándole a los padres de Martín Pepa que la producción de GH nunca había tratado a su hijo de traidor, que eso había pasado en otros programas que levantaban el material del reality pero que no eran parte del ciclo.

Amparados en el valor artístico de la ficción, El Puntero no necesita ni polemizar ya que los debates se van a dar en otros lados. La serie quedara inmaculada mientras el tema se “instala en la sociedad” y, por tanto, en todos los medios del Grupo Clarín. Ni siquiera va a ser necesario que Nelson Castro o María Laura Santillán o el que sea se ensucien más y queden tildados como opositores sin objetividad. Sólo necesitan poner la temática como eje central, elegir bien los invitados, seleccionar un par de mensajes del público y listo: Cristina gana gracias al clientelismo kirchnerista y la voluntad popular se compra con planes sociales. En algún punto, el negocio es redondo. O le resta votos a los candidatos oficialistas o le resta legitimidad al triunfo en algunos sectores de la sociedad (los que siguen creyendo en el periodismo independiente, básicamente)

Dentro de lo claro que parece todo, no entiendo la participación de Rodrigo de la Serna en el asunto. Protagonista de dos ficciones oficialistas (el éxito cinematográfico Revolución y el más discreto Contra las Cuerdas), ahora se presta a una burda y nada sutil movida política opositora. Quizás con el profesionalismo alcance para justificarlo, quizás no.

Hablando un poco del programa propiamente dicho, hay que reconocer que está muy bien logrado. Grandes actores en buenas actuaciones, historia interesante, linda imagen tanto de luz como de arte, buena musicalización, mucho despliegue a la altura de Para Vestir Santos o Tratame Bien, productos anteriores de la misma gente. Quizás la historia de amor sea un poco demasiado pero es algo perdonable.

A modo de juego, y reforzando la idea de que esta supuesta neutralidad es insostenible, planteo un par de preguntas:

¿Cuánto tardará Telenoche en hacer programas especiales sobre el tema “punteros” amparados en el éxito del programa? ¿Cuánto podrán sostener la serie sin tener que mostrar escudos justicialistas, imágenes de Eva, Kirchner, Cristina, Perón, referencias a lugares reales con políticos reales? ¿Quién será el primer hijo de puta que compare la “humanización” del puntero político con la “humanización” de Hitler en La Caída? ¿Cuánto se podrán sostener, tanto actores como responsables de la serie, sin emitir opinión sobre la realidad de los punteros políticos que, supuestamente, no tocan? ¿Aparecerá la figura del periodista dentro de la serie? ¿Será periodismo independiente o periodismo militante? ¿Qué papel jugará en el asunto el nuevo diario Muy que, por su formato, goza de cierta impunidad a la hora de tirar fruta o de opinar de la realidad? ¿Aparecerán políticos reales haciendo bolos, como Cafiero en Pájaros Volando? ¿Quién será el primer político que salga a pronunciarse como seguidor de la serie?

Como Bonus Track, el video de la canción Fuego de Bomba Estéreo, tema musical de El Puntero.

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