Archivos Mensuales: diciembre 2014

PEQUEÑA NOVELA EN 9 CAPÍTULOS: SOTO EN VIDA

Por Rosa O`Henry

Equilibrium 1975 Tim Head born 1946 Presented by the artist 1981 http://www.tate.org.uk/art/work/P075151
Alondra nada tiene de dulce pájaro de otoño. Alondra es el nombre de la perra.
Soto lo sabe como tantas cosas, tantas que termina por olvidarlas todas. Avanza ciego y se machuca los morros, siempre. Y no sólo en el ring, ahí sí que tiene resistencia, pero en la alcoba acaba rindiéndose siempre a los golpes precisos de Alondra.
La historia es vieja y duradera, nunca termina, como la Historia. Hasta parece que se entienden y él lo confirma. Cuando llora, siempre solo, nunca nadie lo vio llorar, repite: Yo sabía, yo siempre sé. Y sigue recibiendo tortazos como de sorpresa.

2
Alondra dispone de la cama a su antojo. Dispone de los tipos a su antojo. Dispone de Soto.
Soto sufre con cada sopapo pero sabe: me pega o la pierdo. Y Soto no se imagina ya su vida sin Alondra. Ella sabe ocupar su lugar.

3
Alondra tiene mil amantes. Soto lo sabe mil veces. A veces suelta como mil lágrimas. A veces llorar es la única solución de Soto. Siempre lo hace a escondidas.

4
De chiquito Soto era llorón. Al papá no le gustaba pero no era el caso. Su mamá, tan Alondra con Soto padre, lo dejaba llorar tranquilito. Todo muy lindo, todo era puro llanto hasta que mamá murió. Después Soto curó a Soto a sopapo limpio.

5
Soto siempre llora a escondidas para que no lo vea Soto. Soto ya murió. Soto está en la calle, en el calefón y en Alondra. Alondra le pega a Soto, como puede pero le pega. Cada uno pega como puede, y ella sabe poder y pegar.

6
El pibe es un caso aparte. Alondra lo monta cuando quiere y Soto sólo piensa en matarlo. El pibe es un Soto en potencia pero no sabe un soto del asunto. Todavía nunca lo fajó.

7
Todo llega, piensa Soto, mientras mira por la puerta entreabierta. Mira cómo el pibe monta a Alondra mientras odia y se relame. No sabe qué hacer.
Ella mira cómo la mira Soto. Soto no sabe que ella lo mira. Ella mira cómo se le para a Soto mientras la mira montar con otro. El otro no sabe nada y empuja como un perro.

8
Alondra se aburre de la monta, Soto se cansa de mirar, el otro ya no se siente un atleta y Alondra lo faja de lo lindo.
Que lo monte sí, pero que le pegue! … Ese es territorio de Soto. Ya es hora de que sean tres.

9
Por suerte siempre lleva sevillana en el bolsillo delantero del pantalón.
El otro en cuatro, concentrado en los sopapos, resulta una presa perfecta.
Ni lo piensa y avanza.
Un puntazo alcanza para empezar. Lo desuella empezando por el culo, como se hace con alguna clase de animales.

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POR UN REALISMO IDIOTA

Como el texto de Clément Rosset, el seminario se llamaría «Por un realismo idiota». A las novelas de Flaubert y Faulkner y a la película de Von Trier habría que agregar la historia de Boby (‘Bad Boy Bubby’, 1993):

bad boy ‘BAD BOY BUBBY’, PELÍCULA ENTERA (INGLÉS):

Referencias del copete:

Novela de Flaubert: Bouvard y Pécuchet (1881)

Novela de Faulkner: El sonido y la furia (1929)

Película de Von Trier: Los idiotas (1998)

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EL SUSURRO DE LOS MERCADOS

Ezequiel Alemián (escritor) sobre su trabajo como periodista financiero: “Cuando empecé a trabajar de periodista eran los primeros años de la convertibilidad […] El periodismo financiero, como una rama específica del económico, me enfrentaba con algunas incógnitas, como la de comprender cómo se articulaba su valor de verdad en relación con lo real. Recuerdo que me fascinaban leer los informes de los bancos de inversión, los prospectos de emisión cada vez que se lanzaba un activo nuevo, o un bono, toda esa organización aparentemente súper institucional que rige la generación y circulación de esos documentos. Eran los años en que el mundo financiero se detenía para escuchar lo que decía Alan Greenspan, titular de lo que sería el Banco Central de EE.UU. Greenspan era como un brujo minimalista que decía siempre más o menos lo mismo, la misma docena de palabras en cada informe, pero siempre cambiaba una coma, o una palabra. Desde días antes los analistas debatían sobre lo que diría, y una vez que lo decía, debatían durante semanas sobre ese cambio, porque de la interpretación de ese cambio dependía el escenario de las variables financieras en todo el mundo. Lo de Greenspan era como un susurro: los mercados se detenían a oír ese susurro, a interpretarlo. Era algo alucinante, demencial.»

MUNDO FINANCIERO

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