Por Rosa O`Henry
1
Alondra nada tiene de dulce pájaro de otoño. Alondra es el nombre de la perra.
Soto lo sabe como tantas cosas, tantas que termina por olvidarlas todas. Avanza ciego y se machuca los morros, siempre. Y no sólo en el ring, ahí sí que tiene resistencia, pero en la alcoba acaba rindiéndose siempre a los golpes precisos de Alondra.
La historia es vieja y duradera, nunca termina, como la Historia. Hasta parece que se entienden y él lo confirma. Cuando llora, siempre solo, nunca nadie lo vio llorar, repite: Yo sabía, yo siempre sé. Y sigue recibiendo tortazos como de sorpresa.
2
Alondra dispone de la cama a su antojo. Dispone de los tipos a su antojo. Dispone de Soto.
Soto sufre con cada sopapo pero sabe: me pega o la pierdo. Y Soto no se imagina ya su vida sin Alondra. Ella sabe ocupar su lugar.
3
Alondra tiene mil amantes. Soto lo sabe mil veces. A veces suelta como mil lágrimas. A veces llorar es la única solución de Soto. Siempre lo hace a escondidas.
4
De chiquito Soto era llorón. Al papá no le gustaba pero no era el caso. Su mamá, tan Alondra con Soto padre, lo dejaba llorar tranquilito. Todo muy lindo, todo era puro llanto hasta que mamá murió. Después Soto curó a Soto a sopapo limpio.
5
Soto siempre llora a escondidas para que no lo vea Soto. Soto ya murió. Soto está en la calle, en el calefón y en Alondra. Alondra le pega a Soto, como puede pero le pega. Cada uno pega como puede, y ella sabe poder y pegar.
6
El pibe es un caso aparte. Alondra lo monta cuando quiere y Soto sólo piensa en matarlo. El pibe es un Soto en potencia pero no sabe un soto del asunto. Todavía nunca lo fajó.
7
Todo llega, piensa Soto, mientras mira por la puerta entreabierta. Mira cómo el pibe monta a Alondra mientras odia y se relame. No sabe qué hacer.
Ella mira cómo la mira Soto. Soto no sabe que ella lo mira. Ella mira cómo se le para a Soto mientras la mira montar con otro. El otro no sabe nada y empuja como un perro.
8
Alondra se aburre de la monta, Soto se cansa de mirar, el otro ya no se siente un atleta y Alondra lo faja de lo lindo.
Que lo monte sí, pero que le pegue! … Ese es territorio de Soto. Ya es hora de que sean tres.
9
Por suerte siempre lleva sevillana en el bolsillo delantero del pantalón.
El otro en cuatro, concentrado en los sopapos, resulta una presa perfecta.
Ni lo piensa y avanza.
Un puntazo alcanza para empezar. Lo desuella empezando por el culo, como se hace con alguna clase de animales.