«Eso porque vos nunca estuviste atado a un elástico de metal mientras dos tipos te picaneaban los huevos»
disfraz. uniforme. duplicidad.
«No hay vida nueva, no hay horizonte, no hay indulto»
«Hacerse uno con el dolor es volverse indestructible»
También esto otro: «Pasaba en el futuro. Éramos cuatro, yo con una peluca rubia y tres compañeros, todos de uniforme. Insignias, gorras, pantalones, medias, toda la ropa la habíamos comprado en una sastrería militar. Íbamos a secuestrar a un famoso fusilador del ejército para juzgarlo. El plan era ir a su casa a ofrecerle custodia y llevárnoslo, y si se resistía matarlo ahí mismo. Subíamos, era en un octavo piso, nos atendía la mujer y nos ofrecía café mientras esperábamos que el tipo terminara de bañarse. Al fin aparecía y tomaba café con nosotros mientras le hacíamos la oferta de la custodia. Después de un rato nos parábamos, desenfierrábamos y le decíamos: ´Mi general, usted viene con nosotros´. Bajábamos, nos subíamos a un auto, después cambiábamos el auto por una camioneta donde había otros dos compañeros disfrazados, uno de cura, el otro de policía, y después cambiábamos y tomábamos otra camioneta, una con toldo, y salíamos a la provincia y llegábamos a un casco de estancia donde lo juzgábamos. Un compañero le sacaba unas fotos, pero cuando quería sacar el rollo de la cámara se le rompía y había que tirarlo. Le hacíamos las acusaciones y el tipo casi no respondía. No sabía qué decir. En un momento pedía papel y lápiz y escribía algo. Lo atábamos a la cama. A la madrugada le comunicábamos la sentencia. Nos pedía que le atáramos los cordones de los zapatos y si se podía afeitar y un confesor. Quería saber cómo íbamos a hacer desaparecer su cadáver y qué iba a ser de su familia. Lo llevábamos al sótano, le metíamos un pañuelo en la boca, lo poníamos contra la pared y le tirábamos al pecho. Le dábamos dos tiros de gracia y lo tapábamos con una manta. Dos hacían el pozo para enterrarlo, pero nadie se animaba a destapar el cadáver.»