Lo «palpable» no en los escombros sino en la materialidad de una pantalla. Milton Läufer y el atentado a la AMIA:
«Yo vivía a media cuadra de la AMIA y estaba ahí cuando explotó. Fue durante las vacaciones de invierno de la secundaria y me había quedado toda la noche leyendo. A eso de las ocho de la mañana me fumé un porro y me fui a dormir escuchando «Shine On You Crazy Diamond”. No había nadie de mi familia en la casa, sólo la mujer que limpiaba, Soledad. Cuando empezaba el arpegio de guitarra, hubo algo que no se podría llamar un ruido, fue una presión particular, como si el espacio se hubiera contraído de golpe. La luz se cortó por un segundo. Cuando volví a escuchar sonidos, había un helicóptero sobrevolando y Soledad, que es peruana, llegó gritando “¡nos bombardean, papacito, nos bombardean!”, porque estaba muy marcada por los atentados de Sendero Luminoso. Salí al balcón y sólo había polvo, no se veía nada. A los pocos minutos alguien pedía frazadas por la calle a los que mirábamos por las ventanas o balcones (es el día de hoy que no entiendo bien por qué) y yo junté todas las frazadas de la casa y fui departamento por departamento pidiendo. Nadie sabía qué pasaba, la policía ni siquiera coordinaba las acciones (el que iba dando instrucciones fue un tipo que de casualidad tenía un megáfono), durante horas se pensó que había sido un escape de gas, ni sabíamos si teníamos que evacuar la zona porque se podía dar otra explosión. A pesar de haber estado casi nueve horas ahí y de haber sido testigo de cosas que deberían ser fuertes, recién sentí algo cuando a la noche me fui a lo de mi viejo y vi en la televisión cómo una losa del techo se caía y mataba a varios bomberos. Sólo cuando vi la escena en una pantalla lo que pasaba se volvió real.»