En el 2008 Lanata sacó un libro que es una especie de patchwork de intimidades titulado Hora 25, como el programa de radio también intimista que tuvo durante los 90. En ese libro, más allá del «Lanata privado» (así se llama una sección que tiene fotos suyas en cierta intimidad) y de una serie de poemas más bien olvidables, hay uno escrito en 1996 que se llama «Tengo», una recopilación de las cosas conseguidas por Lanata hasta ese momento. Es un poema interesante, sobre todo para leerlo en 2012:
«Tengo»
Dentro de un día será la Navidad de 1996.
Tengo una mujer,
una hija de siete años,
una ex mujer,
público que me dice genio
o me pide que no transe.
Tuve un diario,
dos revistas,
varios programas de radio,
un programa de televisión,
un psicólogo,
tres médicos,
una casa,
una quinta,
dos autos,
más de quince relojes pulsera,
quinientas camisas,
treinta trajes,
montones de ropa informal,
medio millón de dólares en deudas,
tres libros publicados,
una antología publicada,
cientos de charlas en universidades,
cientos de chicas en cientos de lugares,
más de mil discos compactos,
otros tantos libros,
dos computadoras,
dos teléfonos, un fax y un celular,
varios kilos de más,
un elevado porcentaje de colesterol,
cierto poder,
el poder de tirar a un ministro o dos,
el de pedir custodia policial.
Gasto demasiado dinero al mes.
Tengo dos mucamas,
más la enfermera de mi madre
y la niñera de mi hija.
Tengo un asistente,
y una secretaria,
y un representante,
y varios contratos firmados,
y muchísimos viajes,
y algunas adicciones,
y sesenta cigarrillos al día,
y un suicidio frustrado,
y un buen cuento,
y unas diez o veinte buenas frases,
y unas veinte o treinta buenas ideas.
Tengo talento,
y miedo,
y miedo,
y miedo,
y un desconocimiento total de mi futuro,
y treinta y seis años
que a veces parecen cien
y otras muy pocos.
Me agota toda esta vida encima
dónde ponerla
colgarla de qué.
Qué hacer con todo esto, que bulle, quiero decir que hierve,
que hierve como las manchas que terminan estrellándose
en una pintura.
Es idiota, y hippie, pero siento
que nada de esto sirve
y que el camino está en mí
pero temo tomarlo.
Temo no estar a la altura de mi camino.
Lo que tengo está en mí,
nació conmigo,
aún aprendo a enhebrarlo,
a combinar sus partes,
a volverlo un todo.
No sé qué es
lo que construyo,
quizás un espejo
o una fosa.
Sé que no hay nadie ahí
y que soy yo quien debe hacerlo.
El tiempo
se escurre,
ya no tengo mucho tiempo.
Debo empezar.
No sé cómo.
Quiero
ser
un niño
cruel
y libre.