Archivos Mensuales: diciembre 2012

QUÉ TIENE EN EL PLACARD JORGE LANATA

LANATAEn el 2008 Lanata sacó un libro que es una especie de patchwork de intimidades titulado Hora 25, como el programa de radio también intimista que tuvo durante los 90. En ese libro, más allá del «Lanata privado» (así se llama una sección que tiene fotos suyas en cierta intimidad) y de una serie de poemas más bien olvidables, hay uno escrito en 1996 que se llama «Tengo», una recopilación de las cosas conseguidas por Lanata hasta ese momento. Es un poema interesante, sobre todo para leerlo en 2012:

«Tengo»

Dentro de un día será la Navidad de 1996.
Tengo una mujer,
una hija de siete años,
una ex mujer,
público que me dice genio
o me pide que no transe.
Tuve un diario,
dos revistas,
varios programas de radio,
un programa de televisión,
un psicólogo,
tres médicos,
una casa,
una quinta,
dos autos,
más de quince relojes pulsera,
quinientas camisas,
treinta trajes,
montones de ropa informal,
medio millón de dólares en deudas,
tres libros publicados,
una antología publicada,
cientos de charlas en universidades,
cientos de chicas en cientos de lugares,
más de mil discos compactos,
otros tantos libros,
dos computadoras,

dos teléfonos, un fax y un celular,
varios kilos de más,
un elevado porcentaje de colesterol,
cierto poder,
el poder de tirar a un ministro o dos,
el de pedir custodia policial.
Gasto demasiado dinero al mes.
Tengo dos mucamas,
más la enfermera de mi madre
y la niñera de mi hija.
Tengo un asistente,
y una secretaria,
y un representante,
y varios contratos firmados,
y muchísimos viajes,
y algunas adicciones,
y sesenta cigarrillos al día,
y un suicidio frustrado,
y un buen cuento,
y unas diez o veinte buenas frases,
y unas veinte o treinta buenas ideas.
Tengo talento,
y miedo,
y miedo,
y miedo,
y un desconocimiento total de mi futuro,
y treinta y seis años
que a veces parecen cien
y otras muy pocos.
Me agota toda esta vida encima
dónde ponerla
colgarla de qué.
Qué hacer con todo esto, que bulle, quiero decir que hierve,
que hierve como las manchas que terminan estrellándose
en una pintura.
Es idiota, y hippie, pero siento
que nada de esto sirve
y que el camino está en mí
pero temo tomarlo.
Temo no estar a la altura de mi camino.
Lo que tengo está en mí,
nació conmigo,
aún aprendo a enhebrarlo,
a combinar sus partes,
a volverlo un todo.
No sé qué es
lo que construyo,
quizás un espejo
o una fosa.
Sé que no hay nadie ahí
y que soy yo quien debe hacerlo.
El tiempo
se escurre,
ya no tengo mucho tiempo.
Debo empezar.
No sé cómo.
Quiero
ser
un niño
cruel
y libre.

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«DAR LA CLASE», BAHÍA BLANCA. 2011 (COPIA DEL ORIGINAL, S/E)

casitaPor I.B.

en vez de dar la clase, mientras una alumna se levantaba del banco y me sacaba una foto con una cámara de fotos, dibujé en el margen derecho del pizarrón una casa simétrica. “¿quién hay adentro?” pregunté y los alumnos me dijeron que había dos personas y que una comía y la otra chupaba. entonces dibujé un cuadrado abajo de la casa, dije “están en el sótano” y los dibujé a los dos en el piso. después ya nadie me prestó atención. entró el director con una planilla y estaba esa casita dibujada ahí con los dos tipos en el sótano. nos sentamos en el escritorio a ver de qué se trataba: tenía que llenar unos cuadritos por temas del programa. el director me dijo algo en voz baja y no le entendí bien, en referencia a los alumnos, como en secreto. levanté la vista y los vi mirando, con cierta tensión lo que nosotros hacíamos. me acuerdo de una alumna negra. el director me volvió a repetir lo que me había dicho porque yo solamente moví la cabeza sin entender nada. me preguntó (no para sancionar a nadie sino con curiosidad) si estaban mandando un mensajito. entonces volví a levantar la vista y vi a la alumna con la cámara de fotos y a la que estaba al lado con una calculadora. “no”, le dije, “tienen una cámara de fotos y una calculadora” y volví a la planilla. el director otra vez me dijo algo en voz baja y de nuevo no pude entenderlo.

– No lo entiendo -le dije y me di cuenta de lo que estaba pasando- no porque esté dormido SINO PORQUE ESTOY DURMIENDO.

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«EN LAS VÍAS» BUENOS AIRES, 2011 (COPIA DEL ORIGINAL, S/E)

Por L.V.

tipoen las vías, cuando estaban más llenas de gente, me di cuenta de que al porteño le gusta imitar al negro Pablo. primero uno, después otro, todos si impostaban la voz era con el tono y las líneas textuales del negro Pablo. en una de esas esperas, cuando el tren estaba tardando, les pregunté a unos negros dónde podía tomar algo fuerte, y me dijeron dónde y les dije, mientras estaba dejando las vías y metiéndome en un campo abierto con paredes rotas, que si quería venir uno conmigo viniese, que le pagaba un trago, y vinieron dos, a sobre todo ver que no me durmiera el de la barra rural puesta abajo de ladrillos como coloniales. cuando llegué le dije al tipo que nos diera algo fuerte, y él se dio vuelta y nos sirvió dos vasos con un líquido terroso. le pregunté cuánto era (blanco con mis dos nuevos amigos negros al lado) y el tipo me dijo 5 pesos, y rectificó 5 pesos cada uno, por lo que serían 10, y yo metí la mano en mi bolsillo derecho, evitando la billetera y saqué primero 2 pesos arrugados, y después otros 2, y después unas monedas, y en ese trámite el negro al que no le habíamos servido nada pasó por arriba de la barra con una sonrisa, sacó un fierro y le disparó en la cara al tipo que lo miró con sorpresa. tomé rápido el líquido terroso y salimos corriendo de nuevo para las vías, ellos riéndose y yo todavía con el vaso en la mano, que descarté a través de un agujero de pared hacia un campo donde se estrelló al lado de un fuego prendido, y me arrepentí al instante, porque me di cuenta de que si la policía hacía una investigación seria, ese vaso tenía que ser visto, y tenía, sobre todo, mis huellas digitales. cuando llegamos al andén, y escuchamos el ruido de un tren, me dije que me tenía que olvidar de ese vaso, que ahora tenía que pensar en otras cosas, que el tipo de atrás de la barra ya estaba muerto y que mi vaso roto contra la pared al lado de un fuego no significaba nada. corrimos por las vías, pisando las maderas que estaban cubiertas con cobijas para ir hasta otra parada y tomar el tren ahí, lejos de la de la barra con el tipo muerto, y cuando llegamos al hueco oscuro, de donde estábamos viniendo apareció un policía, caminando tranquilo, y mis amigos los dos negros no sé qué hicieron pero yo lo miré venir hasta donde estaba parado y quise descartar alguna cosa, o me moví como perseguido, como si tuviera algo que esconder y el tipo tranquilo me dijo “ponete contra la pared con las manos apoyadas así”. le hice caso, me puse contra la pared, el tipo empezó a revisarme, yo pensaba sobre todo en si tenía alguna cosa que tendría que haber descartado, una tuca o lo que fuere, y mientras el tipo me palpaba el lado interior de las piernas pensaba en que no tenía ningún fierro, y que eso ya tenía que dejarme tranquilo, porque al fin de cuentas era lo que estaban buscando, pero al instante me preguntaba si no tendría ningún fierro, si no estaría teniendo un fierro entre la ropa, y me daba cuenta de que era el mismo pensamiento obsesivo de siempre cuando te revisa un policía, y me decía “no pasa nada, no tengo ningún fierro encima”, y se me venía la imagen del vaso roto contra el fuego con mis huellas digitales y la cara de espanto del tipo de la barra cuando el negro decidió saltarla como para robarle, cuando en realidad nadie le iba a robar nada, sino solamente dispararle un tiro en la cara

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7D y «FIESTA DE LA DEMOCRACIA» EN BAHÍA BLANCA

Después de haber cubierto el 8N para el programa Saber Ver, Narrenschiff Productora decidió, primero el viernes 7D, salir a la calle y preguntarle a la gente qué opina de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (ley N° 26.522) o más popularmente conocida como ley de medios. Después, el domingo 9D, decidió ir al Parque de Mayo, con la misma consigna, pero ya en el contexto de la «Fiesta de la Democracia», celebración que conmemoró  los 29 años de la restauración del sistema democrático en Argentina. El video:

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