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¿NO VAS A ESPERAR QUE ENFRÍEN A TU AMIGO?

Murió Alejandro Rubio, el poeta más poderoso de los últimos treinta años. Entonces gente postea, lo cual es perfectamente lógico, y selecciona algún poema suyo y se va armando una red de textos significativos; y alguien escribe, rápido, porque la situación lo amerita, y dice lo que puede en el registro que le sale. Y todo eso está muy bien. Pero en el revoleo algo me hace ruido: Martín Gambarotta escribe UN POEMA. Lo cual no tiene nada de malo, a no ser que es un poema horrible que no funciona y que resignó eficacia y potencia por la urgencia de la publicación. La bondad del poema, por supuesto, es discutible, pero me interesa el gesto: sacar rápido un artefacto estético que por lo general requiere de cierta maduración y, sobre todo, trabajo. Se me ocurre una estrategia posible: escribir poemas necrológicos que hablen de mis amigos poetas y guardarlos en una carpeta por si los llegara a necesitar. No importa Gambarotta, lo suyo es una anécdota. El problema es esta época hiper mediatizada, contra la cual la literatura quizá pueda funcionar proponiendo una lógica alternativa, incluso anacrónica. Entonces no guardemos ningún poema en el freezer de la computadora. Hagamos nuestro trabajo en nuestros propios términos, a riesgo de llegar tarde a todo, y dejémosle la inmediatez al periodismo amarillo, que ya hay bastante de eso en este scroll eterno gobernado por el clickbait y las fantasías rectoras de monetización.

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QUÉ TIENE EN EL PLACARD JORGE LANATA

LANATAEn el 2008 Lanata sacó un libro que es una especie de patchwork de intimidades titulado Hora 25, como el programa de radio también intimista que tuvo durante los 90. En ese libro, más allá del «Lanata privado» (así se llama una sección que tiene fotos suyas en cierta intimidad) y de una serie de poemas más bien olvidables, hay uno escrito en 1996 que se llama «Tengo», una recopilación de las cosas conseguidas por Lanata hasta ese momento. Es un poema interesante, sobre todo para leerlo en 2012:

«Tengo»

Dentro de un día será la Navidad de 1996.
Tengo una mujer,
una hija de siete años,
una ex mujer,
público que me dice genio
o me pide que no transe.
Tuve un diario,
dos revistas,
varios programas de radio,
un programa de televisión,
un psicólogo,
tres médicos,
una casa,
una quinta,
dos autos,
más de quince relojes pulsera,
quinientas camisas,
treinta trajes,
montones de ropa informal,
medio millón de dólares en deudas,
tres libros publicados,
una antología publicada,
cientos de charlas en universidades,
cientos de chicas en cientos de lugares,
más de mil discos compactos,
otros tantos libros,
dos computadoras,

dos teléfonos, un fax y un celular,
varios kilos de más,
un elevado porcentaje de colesterol,
cierto poder,
el poder de tirar a un ministro o dos,
el de pedir custodia policial.
Gasto demasiado dinero al mes.
Tengo dos mucamas,
más la enfermera de mi madre
y la niñera de mi hija.
Tengo un asistente,
y una secretaria,
y un representante,
y varios contratos firmados,
y muchísimos viajes,
y algunas adicciones,
y sesenta cigarrillos al día,
y un suicidio frustrado,
y un buen cuento,
y unas diez o veinte buenas frases,
y unas veinte o treinta buenas ideas.
Tengo talento,
y miedo,
y miedo,
y miedo,
y un desconocimiento total de mi futuro,
y treinta y seis años
que a veces parecen cien
y otras muy pocos.
Me agota toda esta vida encima
dónde ponerla
colgarla de qué.
Qué hacer con todo esto, que bulle, quiero decir que hierve,
que hierve como las manchas que terminan estrellándose
en una pintura.
Es idiota, y hippie, pero siento
que nada de esto sirve
y que el camino está en mí
pero temo tomarlo.
Temo no estar a la altura de mi camino.
Lo que tengo está en mí,
nació conmigo,
aún aprendo a enhebrarlo,
a combinar sus partes,
a volverlo un todo.
No sé qué es
lo que construyo,
quizás un espejo
o una fosa.
Sé que no hay nadie ahí
y que soy yo quien debe hacerlo.
El tiempo
se escurre,
ya no tengo mucho tiempo.
Debo empezar.
No sé cómo.
Quiero
ser
un niño
cruel
y libre.

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LA ANTERIOR CARACTERIZACIÓN

la anterior caracterización no quiere

en primer término

quiebras en el orden económico

pensamiento político del grupo

para los nacionalistas la solución

esa aceptación obliga

el sector triunfante

/

decididamente neutralistas del Ejército

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UN POEMA DE NUESTRA GENERACIÓN

Por L.V.

TOP SEARCHES

JALANDO HOMBRES CON HOMBRES,
LEOPOLDO VERES,
DA FIEBRE EL ESTRES?,
KIOSCO DE BAHIA BLANCA ABIERTO LAS 24 HS,
ALGISPRAY

ALGISPRAY,
GENTE TOMANDO COCAINA,
ANÁLISIS CON FIEBRE SE PUEDE,
«LEOPOLDO VERES»,
CARTA DE AMOR MIERDA

ALGISPRAY,
QUÉ ES INTERTEXTO,
FOTO DE BILLETE DE DOS PESOS ENROSCADO,
TOMANDO COCAINA,

LA CELDA ES EL ESTADO BÁSICO. TE METEN,
BARTHES FOTOGRAFIA POST MORTEM,
SI LOS OJOS SON ESPEJOS DEL ALMA, ENTONCES YO ME PONGO LENTES NEGROS,
JALAR PEGAMENTO,
FOTO DE BILLETE DE DOS PESOS ENROSCADO

GENTE TOMANDO COCAINA,
RIQUI: CAMARON QUE SE DUERME LO LLEVA LA CORRIENTE,
JALAR PEGAMENTO,
ELLOS METEN MANO AL BOLSILLO,
CRECÍ EN LOS AÑOS NOVENTA

ALGISPRAY,
FOTO TOMANDO COCAINA,
Q QUEDÒ HOY DE LOS NOVENTA,
KOREANO EGOISTA,
YO CRECÌ EN LOS NOVENTA

ENROSCADA DE COCAINA,
ALGISPRAY DROGA,
HACER UN BILLETE DE 2 PESOS CON TU IMAGEN,
FOTOGRAFÍA POST MORTEM ARGENTINA,
QUÉ ES EL INTERTEXTO

«ROSS RACINE» SUBURBS,
CAMARÓN QUE SE DUERME DE RICKY MARAVILLA,
JALAR PEGAMENTO,
FOTOS HOMBRE CON LENTES NEGROS,
GENTE TOMANDO MERCA

MAUROAFERNANDEZ,
COMO JALAR FORTEX,
FOTOS GENTE TOMANDO MERCA,
POCHO LA PANTERA COCAINA,
DAVID BAERWALD (& THE PALINDROME FLOATING BAND) – HURLY BURLY

NUXEN,
TRAER DROGA PASAR FRONTERAS,
LEOPOLDO VERES,
FRASES COSMO KRAMER,
FOTOGRAFIA POST MORTEM

QUÉ PASABA EN LOS NOVENTAS,
FRONTERA FINAL DE COLOMBIA,
DROGA EN BILLETES?,
FOTOS PASOS PARA PREPARAR UN POST MORTEM,
COCAINA EN BILLETES

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Un poema de Carver

Ese donde se nombra a Argentina: una imagen distinta a la que estamos viendo hoy por televisión, mortuoria pero al fin de cuentas más calma:

«El don de la ternura»

Tarde en la noche. Comenzó a nevar.
Los copos húmedos caían
más allá del cristal de las ventanas,
surcando el aire frío
ocultaban el resplandor de la ciudad.
Observamos un rato la tormenta
sorprendidos, felices, satisfechos
de estar allí y no en otro sitio.
Puse un leño en el hogar,
me pediste que regulara
el tiro de la chimenea.
Nos metimos en la cama.
Cerré mis ojos, de inmediato,
pero
por razones que desconozco
antes de dormirme
el aeropuerto de Buenos Aires
atravesó mi memoria.
Recordé esa tarde,
la temprana oscuridad, las sombras.
Reconstruí la escena:
regresé a ese paisaje desolado
donde flotaba un silencio sepulcral
interrumpido únicamente por el rugido
de las turbinas del avión que carreteaba
lentamente bajo una lluvia de granizo,
tan fino que lo confundimos con nieve.
En las ventanas de los edificios no había luz.
Un lugar realmente solitario.
Sólo pasillos abandonados, hangares vacíos.
No vimos a una sola persona.
“Es como si todo estuviera de luto,”
fue tu comentario.
 
Abrí mis ojos.
El ritmo de tu respiración
me dijo que estabas profundamente dormida.
Te cubrí el cuerpo con uno de mis brazos.
Mis evocaciones
me trasladaron de la Argentina
a un departamento en el que pasé 
un tiempo de mi vida, en Palo Alto.
No nieva en esa ciudad,
pero el departamento disponía
de un amplio ventanal desde donde
podríamos haber mirado por horas
la autopista que rodea la bahía.
La heladera estaba al lado de la cama.
Las noches calurosas, sofocantes,
cuando me despertaba con la garganta seca
sólo tenía que estirar el brazo, abrir la puerta
y dejarme guiar por la luz interior
hasta el botellón con agua refrescante.
En el baño un pequeño calentador eléctrico
descansaba cerca del lavatorio.
Todas las mañanas mientras me afeitaba
calentaba agua en una vieja sartén,
el frasco de café instantáneo,
siempre a mano, en el botiquín.
 
Un mañana me senté en la cama
vestido, recién afeitado,
bebiendo sorbos de café caliente
intentando olvidar planes,
proyectos, todas esas cosas
que había decidido realizar.
Finalmente disqué el número
de Jim Houston que vive en Santa Cruz,
le pedí prestados 75 dólares.
Me contestó que estaba sin fondos.
Su mujer había viajado a México
por unos días y él ya no tenía dinero,
no llegaba a fin de mes.
“Está bien”, le dije. “Te entiendo.”
Y así era,
no necesité explicaciones.
Hablamos un poco más y cortamos.
Terminé el café cuando el avión
comenzaba a elevarse en mi recuerdo
y yo desde la ventanilla miraba
por última vez las luces de Buenos Aires.
Después cerré los ojos
iniciando el largo regreso.
 
Esta mañana hay nieve por todos lados.
Hablamos sobre la tormenta.
Me comentás que no dormiste bien.
Te digo que yo tampoco.
Tuviste una noche terrible. “Yo también.”
Estamos tranquilos el uno con el otro,
nos asistimos tiernamente
como si comprendiéramos nuestro estado de ánimo,
las mutuas inseguridades.
Creemos adivinar los sentimientos del otro, 
no podemos, por supuesto, nunca podremos.
No tiene importancia.
En realidad es la ternura la que me interesa.
Ése es el don que me conmueve, que me sostiene,
esta mañana, igual que todas las mañanas.

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Bukowski busca en el rubro 59

buko59.jpgA la puta que se llevó mis poemas

«Algunos dicen que tenemos que eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡POR DIOS!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!

¿Tratás de joderme como a los demás?
¿Por qué mejor no te llevaste mi plata?
Usualmente la sacan de las piezas y de los pantalones borrachos y enfermos
en el rincón.
La próxima vez lleváte mi brazo izquierdo o un billete de 50,
pero no mis poemas.

No soy Shakespeare
pero puede ser que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros.
Siempre va a haber plata y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía. «

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