APUNTES INCOMPLETOS SOBRE CULTURA K

 

Por Mauro A. Fernández

KCuando digo cultura digo ni una cosa ni la otra. Obviamente no la “alta cultura”, y tampoco (o no del todo) la idea de que la cultura es todo lo que los hombres hacemos.

Diría: observo maneras de representación pública en tiempos k que son propias de la época y que son – en parte- sostenidas por estos estados con estos gobiernos en estos años. Y que resultan constantes, y eficientes desde cierto punto de vista. Maneras que tienen una estética y por lo tanto una ideología específica. Y cuento –entre ellas- las que me parecen socialmente más potentes y productivas, no hablo de Víctor Heredia ni de Fuerza Bruta. Enumero rápido y sin detalles ni profundidad.

Es cultura K la expresión pública de Delía, desde siempre. La puesta en escena mediática de la tensión entre clases, llevada un poco más lejitos que lo que propone la voz oficial. Amor y odio contra la siempre burguesa pajereada del periodismo.

Es cultura K Moreno entrando con cámaras de tele a la asamblea de accionistas de Clarín y la forma de comedia de esa intervención, por lejos. Tanto que casi todos lo canales la pasaron con poca edición. Como dijo un amigo, ahí estaba “La gran bestia pop”.

Es cultura K que haya jóvenes y no tanto con ansias de intervención política, más allá de su ubicuidad en el aparato burocrático y del descuido burgués de los sindicatos, asunto bastante cristinista.

Es cultura K lo que los de derecha llaman “grieta”, porque es producto de los lugares un poco más claramente definidos con los que este gobierno-estado ha nombrado (con efectividad en la manera de nombrar) a diferentes grupos sociales: corporaciones, excluídos, etc.

Es cultura K la puesta en escena pública de la discusión sobre los problemas de género y sus derivados. La posibilidad de que esos problemas se discutan con parámetros no liberales está pendiente. Que haya una agrupación llamada «Putos Peronistas de La Matanza» es genial, aunque fuera solo una idea.

Es cultura K que los actores –Suar o no Suar— vuelvan lenta pero explícitamente a lo suyo, a lo que es común al escenario y a la ideología: la religación, lo público, la política.

Es cultura K que se discuta en sí mismo el ejercicio mediático, el estilo, lo que sea. Cuando éramos liberales, la prensa era la institución más creíble en las encuestas.

Es buen producto de la cultura K la muerte del radicalismo y del socialismo amariyo – de larga agonía- como falsa buena conciencia de las clases medias. Hoy todos esos hacen discursos menemistas, hablen de lo que hablen.

Es cultura K que tantos artistas e intelectuales (poetas, muchos) anden concientes de su lugar político e intenten ser consecuentes con él.

Es (algo así como) la búsqueda de pertenencia. Están todos esos pibes haciendo su murga en su barrio. Dudosa palabra ‘pertenencia’, ya lo sé. Pero fíjensé: es su murga y su barrio, y ahí se juntan a ver cómo es su lugar público…

Es cultura K que -luego de decenas y decenas de años- los discursos de los funcionarios hablen de la cosa pública, y no se dediquen perversamente a discurrir sobre los fantasmas demagógicos del deseo (aquellos con los que sueñan los publicistas asesores).

Es la gente en la calle (por más vieja que sea la calle), como este último 25 de mayo.

Hay más, o menos. Ustedes dirán.

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